Ubicada en una playa remota en el noreste de Brasil, los propietarios de esta espectacular casa levantaron ésta sobre una pequeña porción de entre los 6.000 metros cuadrados que cuenta la parcela de su propiedad, con el fin de dejar suficiente espacio urbanizable para que sus hijos y nietos construyan sus propias casas en el futuro.
La casa está planeada y diseñada para recibir y ser disfrutada por mucha gente y a pesar de su sencilla estructura es espectacular gracias a las marcadas líneas horizontales de su diseño.
El proyecto de arquitectura e interiorismo fue encargado al estudio Arthur Casa Arquitectura, con sede en New York y Sao Paolo, en donde proyectaron una casa mediante la yuxtaposición de dos grandes volúmenes rectangulares, de tal manera que en la planta baja están ubicados la zonas sociales de la casa y los dormitorios se sitúan en el primer piso, que cuenta con vistas más despejadas al mar.
Toda la casa se eleva 1,20 metros sobre la parcela, y el vidrio y la madera son los materiales que dominan en su estructura, lo que nos recuerda a las casas típicas de las zonas de costa.
Durante la construcción de la casa el estudio de arquitectura se enfrentó a varios retos como el difícil acceso a la zona durante los lluviosos inviernos de la región y la falta de mano de obra local cualificada que exigió revisiones constantes del proyecto para simplificar algunos de sus detalles. La logística también supuso un gran reto porque muchas de las piezas empleadas en su construcción, como como las vigas de madera y las puertas de vidrio, se importaron de Portugal.
La estructura de la casa está formada por vigas de madera pretensadas y grandes ventanales horizontales (algunos de los cuáles tienen hasta 18,5 metros de largo), lo que refuerza la integración del paisaje horizontalidad (como un cuadro), en la casa.
En su parte delantera las ventanas son grandes puertas de vidrio que se deslizan completamente dentro de las paredes para lograr una fusión total entre el interior y el exterior.
Las líneas horizontales generadas por la arquitectura de la casa están muy presentes en el interior de las casa por lo que se ha buscado un equilibrio entre éstas, y los objetos y muebles de formas orgánicas y suaves como los sofás de formas redondeadas.
En el gran salón cruzados por las vistas transversales, las fotografías del artista brasileñ Leonardo Kossoy llevan el intenso azul del mar dentro de la sala de estar y en donde también destacan numerosas piezas de artesanía local. Los muebles también mezclan piezas nuevas diseñadas a medida por el estudio de interiorismo con piezas y antigüedades compradas en Nueva York, como la silla de cuerda y objetos de diseño italiano.
Como los propietarios reciben y organizan muchas fiestas la casa cuenta con varias zonas de reunión y de estar, como las dos mesas grandes en la terraza hecha de troncos de madera que se sitúan entre el el salón y la espectacular piscina a ras de la terraza.
El volumen de madera del primer piso alberga el dormitorios y está envuelto con puertas plegables que los integran con un gran terraza orientada hacia la playa.
Los dormitorios y los baños con los colores cálidos como beiges y madera ceden el protagonismo al paisaje que se cuela por la ventana, incluso de los baños.
Unas cortinas de lino beige matizan la intensa luz y aportan un extra de calidez al dormitorio.
A los pies de la cama un banco con esterilla de capitone, similar a éste de La Redoute.
Las maderas tropicales oscuras y brillantes son los protagonistas de muchas espacios como los baños, la escalera o algunos muebles del interior que conectan con el lugar en el que se encuentra la casa.
El paisajismo es obra de Renata Tilli y tenía como objetivo principal crear privacidad para la familia a la vez que conectar la casa con a playa a través de un camino sinuoso. Las especies locales se mezclaron con plantas adaptado al clima extremo. La vegetación que rodea la casa sin duda mejora la conexión entre dentro y fuera, que jugando con la fuerte luz ecuatorial que subraya los colores y texturas.
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